Mi relación a diario con los libros, el arte y la vida en general está marcada por las pequeñas coincidencias más arbitrarias.
En cuanto a los libros generalmente escojo lo que leo en función del argumento pero a veces me fijo en un libro por la ilustración, por la foto de la portada, o por el título. Un criterio tan válido como otro cualquiera cuando tu secreta intención sería leerte todo lo que encuentras a tu paso pero que evidentemente es imposible de realizar porque harían falta unas cuantas vidas y mucho colirio.
Así tan tontamente llegué a "La mecánica del corazón", de Mathias Malzieu, cuya portada está ilustrada por Benjamin Lacombe, uno de mis favoritos. La primera vez que lo vi solo tuve ojos para esa ilustración y eso bastó para que quisiera leérmelo. Finalmente la historia no llegó a llenarme del todo. Aunque el planteamiento era bueno, se quedó un poco descafeinada. Lo que ignoraba es que uno de los personajes, un joven Georges Méliès, iba a engancharme de lo lindo más adelante.
Tiempo después fuimos a ver la exposición "Seducidos por el arte. Pasado y presente de la fotografía" donde se esbozaba la relación mutuamente influyente entre fotografía y pintura. Y allí estaba anunciada la exposición sobre el trabajo de Georges Méliès. Luego, buscando la información para la entrada en el blog sobre el Moulin Rouge volvió a aparecer ante mis ojos. Ya por entonces estaba impaciente por ver la exposición.
A veces parece que algunos personajes y temas hagan señales de humo para llamar mi atención hasta que por fin les hago caso.
Fuimos a ver la exposición con plena satisfacción por mi parte. Realmente George Méliès inventó muchos de los efectos que son aplicados en la industria del cine desde hace muchos años.
Es un personaje polifacético y versátil. Nacido en 1861, se le considera un cineasta francés muy prolífico. Se podría decir de él que además era ilusionista, reportero, dibujante, actor, soñador y trabajador incansable. Era un gran admirador de Robert-Houdin, también ilusionista y padre de la magia moderna.
George Méliès. Vía: Wikipedia
Ser hijo de un zapatero le permitió practicar el oficio durante un tiempo, aunque lo hizo por obligación, lo que le sirvió posteriormente para aplicar algunas técnicas a sus invenciones cinematográficas.Asiduo del local del famoso mago Robert-Houdin finalmente consiguió adquirirlo en cuanto tuvo oportunidad. Allí aprendió todas las artimañas de prestidigitación e inventó novedosos trucos y formas de engaño para la cámara y el escenario.
Asistió a la inauguración del cinematógrafo organizada por los hermanos Lumiére y salió gratamente impresionado. En un primer momento intentó adquirir el aparato pero no lo consiguió. Ellos mismos pensaban que no tendría ninguna utilidad práctica. Empeñado y encantado con el descubrimiento Méliès tuvo que recurrir a un óptico estadounidense para que le hiciera uno similar.
Aplicó muchos de los trucos de ilusionismo y teatro adaptándolos al medio cinematográfico, creando así un lenguaje nuevo, alejado del estilo documental de los hermanos Lumiére. En palabras de la exposición sobre el autor y su estilo: "estrafalario y poético", algo que personalmente creo que define muy bien el trabajo de Méliès.
De este modo fue el primero en usar el stop trick (cuando se apaga la cámara se quita o añade un elemento de la escena y al encenderla de nuevo el elemento o personaje ha desaparecido/aparecido por arte de magia), el timelapse (grabar un fenómeno que es muy lento y reproducirlo a una velocidad superior), los fundidos entre imágenes o a negro y los fotogramas coloreados a mano. Utilizó la linterna mágica, el praxinoscopio, discos estroboscópicos, cámara cronofotográfica y artilugios de lo más variado para crear expectación y asombro. También se valió de autómatas.
De la exposición yo destacaría entre otras cosas la colección de vidrios pintados para las linternas mágicas. Estos vidrios son dobles y van superpuestos de modo que uno pueda moverse sobre el otro. Uno lleva pintada una escena a falta de algunos elementos que van pintados en el otro vidrio. [Supongamos que se trata de un señor saludando. El señor iría pintado en un cristal y el brazo que saluda en el otro.] El detalle de las pinturas de los vidrios es digno de valoración.
De la exposición yo destacaría entre otras cosas la colección de vidrios pintados para las linternas mágicas. Estos vidrios son dobles y van superpuestos de modo que uno pueda moverse sobre el otro. Uno lleva pintada una escena a falta de algunos elementos que van pintados en el otro vidrio. [Supongamos que se trata de un señor saludando. El señor iría pintado en un cristal y el brazo que saluda en el otro.] El detalle de las pinturas de los vidrios es digno de valoración.
Creó 500 películas aunque solo pudo ver 10 en pantalla grande.
Una que seguramente está en la mente de casi todo el mundo es la de "Viaje a la luna". Fue tan bien acogida que se plagió, especialmente en EE. UU. Allí Méliès tuvo que abrir una sucursal para proteger sus derechos.
Fotograma de "Viaje a la luna". Vía: Wikipedia |
En Montreuil se fabricó unos estudios del tamaño del local de Robert-Houdin, totalmente acristalados, con luz desde las 11 de la mañana a las 3 de la tarde y que posteriormente fue ampliando. Allí instaló camerinos, almacenes para los decorados, trampillas, un foso, persianas para tamizar la luz... Lamentablemente con la Segunda Guerra Mundial quedó enteramente destruido.
Georges Méliès, a la izquierda, pintando un decorado en el suelo. Vía: El País |
A pesar de su éxito y su increíble capacidad de innovación George Méliès terminó arruinado por la competencia de las grandes productoras de reciente aparición. Tuvo que vender Montreuil y todas sus propiedades y en un momento de desesperación llegó a destruir numerosos negativos de sus películas. Terminó trabajando en una juguetería.
Un tiempo después fue reconocido por un periodista y gracias a este encuentro se proyectaron ocho de sus películas, consiguiendo que su trabajo volviera a ser valorado. Este renacimiento fue breve y finalmente se retiró con su segunda esposa a una casa de jubilación de la "Mutua del cine", muriendo en el hospital.
Con toda la cultura cinematográfica que a día de hoy tenemos como espectadores sus películas resultan increíblemente actuales en la ejecución de los efectos. Tienen así mismo un punto inocente, siempre en el contexto cultural de su época, y dejan entrever el entusiasmo puesto en ellas.
Algunas, especialmente las primeras, son prácticamente un pretexto para presentar los efectos nuevos y fascinantes.
Imagino la sorpresa que causaría en la población de finales del s.XIX encontrarse en una sala apenas iluminada con imágenes en movimiento, bailarinas dando saltos a ritmo de can can, gente que aparecía sin explicación aparente, cabezas flotantes, explosiones, y tantos otros trucos increíbles.
Mientras paseaba por la exposición pensaba en que si Georges Méliès pudiera ver las películas que se proyectan ahora estaría entre asombrado y satisfecho. Seguramente estaría dispuesto a vivir una segunda vida para seguir innovando, inventando, imaginando y divirtiéndose.
Quizás mis casualidades solo se deban a aquello que decía Méliès sobre su constante innovación en los trucos y artificios: "Un truco lleva al otro". En mi caso, una casualidad lleva a la otra.
La película, La invención de Hugo (2011), de Martin Scorsese, basada en el libro de Brian Selznick, rinde homenaje al genio creador de Méliès.
Como punto final os dejo la película "Viaje a la luna" íntegra:
Fuentes:
Wikipedia sobre George Méliès
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