Esta frase no es mía. Es de George Eliot (en realidad Mary Anne Evans, escritora británica del XIX). Pero me viene al pelo porque es la que me tengo que recordar últimamente. Yo contaba con que habría retomado ya la semana pasada la publicación de la última parte de "El día que me casé" pero mi equipo no funciona correctamente y me está dando variados y leeeentos problemas que hacen que cualquier acción se eternice así que aquí me veo, mordiéndome las uñas mientras miro los días pasar.
Como no sé cuándo estará funcionando de forma satisfactoria y eficaz al 100% he decidido hacer un paréntesis en la publicación de esas entradas, que espero que sea muy breve porque aunque lento el equipo funciona.
Lamento el parón y agradezco la paciencia. Prometo que no era una estratagema para provocar expectación. :)
Para empezar a desentenderme de estos y otros agobios más serios que me han estado acosando desde hace un tiempo le hago una pedorreta a los contratiempos, cortesía de mi gata, a la que pillé ayer con la lengua fuera como si tal cosa.
Si ya sabía yo que los felinos son muy zen y maestros declarados en aprovechar el momento. Ahora sé cuál es su secreto. ;)
Jajaja, voy a darla una metralleta de besos ahora mismo.
ResponderEliminarCon silenciador, espero... :D
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