25.9.13

El día que me casé ~ El día de la boda

Si habéis llegado hasta aquí sin desmayo y sin que se os haya desencajado la mandíbula de tanto bostezar puedo sentirme feliz. Si no es así dejadme que piense que no lo habré hecho tan mal si al menos seguís pendientes de cómo termina la cosa, a pesar de los bostezos...No, no hace falta que me lo aclaréis, es más bonita la fantasía ;)

A grandes rasgos ya he ido hablando del día de la boda, de cómo casi salté al techo cuando sonó el despertador, de lo poco que dormí porque estaba nerviosa (no lo he contado pero lo hago ahora). Por lo de casarme pues sí porque ya estábamos muy bien tal cual estábamos y no quería que se fuera a estropear. Y por supuesto por la "puesta en escena" de todo en lo que había estado trabajando en los dos meses previos.

He contado que me relajé en la peluquería. Hasta el punto de que fui capaz de hacerme esta foto:


De que salí de la peluquería y entré en pánico cuando me dí cuenta de la hora que era y que aún me faltaba comprar las flores, hacer mi ramo, los prendidos del novio y el padrino, comer, maquillarme, vestirme, hacernos la sesión de fotos en casa (ramos incluidos), salir a tiempo, pintarme las uñas (esto era de importancia vital como todo el mundo sabe), hacer repaso mental cada media hora de todo lo que estaba listo y lo que no, reunir todo lo que teníamos que llevarnos y conseguir que no fuera asaltado por mis gatos molones y también muy curiosones. (Les encanta probar cómo suena cada papel nuevo al rasgarse, meterse en las bolsas, tirar cosas al suelo para oir cómo caen, morder cualquier cinta decorativa y cuando ya han satisfecho su curiosidad y necesitan un reposo tumbarse encima de lo único que haya en la habitación que no deba ser aplastado).
Todo ello se traduce en que tienes que dejar muchas cosas para el final porque si no antes se estropean (atar los globos en el coche a pleno sol, secar los tallos de las flores para que no vayan mojados, hacerte las fotos sin arrugarte demasiado la ropa, bla bla bla). Dejas muchas cosas para el final que tendrás que hacer en un tiempo muy pequeño y sin perder la compostura, claro. Suerte que no hizo el típico mes de junio caluroso y eso ayudó bastante a lo de la compostura.
Por ello conté que comí mientras me pintaba las uñas, me levanté ochocientas veces y fui flotando de un sitio a otro. No flotaba de felicidad todavía, es que me movía tan rápido que no tocaba el suelo.

El milagro fue que llegamos a tiempo a todo. Bajamos cargados con las bolsas de los kits del invitado, la cámara, el trípode, el ramo, el bolso (en mi caso) y lo dejamos todo en el portal. Abrí un poquito la puerta y salí con la cámara. Lo que inmortalicé fue esto:


A mí me inmortalizaron así:


Fue un momento muy bonito porque estaban todos guapísimos, por fin, allí juntos. Hicimos un poco de follón porque eran las cinco de la tarde, un viernes tranquilo, y salió hasta el vecino a ver qué pasaba. Al menos aprovechó para felicitarnos.
Estuvimos un buen rato haciéndonos fotos, jaja, tuvimos nuestro momento hollywood, con tanta cámara apuntando y por fin conseguimos arrancarnos de allí e ir rumbo a la ceremonia. Encontramos un poco de atasco que le dio nervios emoción al trayecto mientras alegremente perdíamos los globos que habíamos atado con cintas a las puertas del coche. Dentro íbamos solos el novio y yo, abriendo la pequeña comitiva, comentando cada momento; yo hacía fotos con el móvil:


Llegamos al ayuntamiento donde nos casaban y lo que allí sí hacía era bastante aire. Seguimos haciéndonos fotos. Preparamos la documentación. Repartimos los kits del invitado. Los niños ya empezaron a dar buena cuenta del contenido. Más y más fotos. Le adjudiqué la cámara a mi hermana así que la teníamos siguiendo nuestros pasos.






Por fin entramos, y en un ratito allí estábamos sentados el novio y yo, delante del alcalde y la ayudante.

Aquí hago un inciso. Aparte de otras razones la gente suele preferir las bodas religiosas porque son más vistosas, más largas y como que tienen más peso.
La idea de una ceremonia civil es que es breve, funcional y con menos encanto.
A la nuestra no le faltó encanto, fue emotiva, pero lo que seguro no fue es breve.
El alcalde, al que agradezco su interés en hacer una ceremonia cálida y acogedora, no escatimó el tiempo, fue amable y se implicó consiguiendo darle un aire informal y entrañable al acto en sí.
Pero lo que me dejó fuera de juego fue que nos hizo una introducción con la historia del pueblo. Quedará como la anécdota de nuestra boda para los restos.
No fue una introducción de dos palabras, no. Fue una generosa explicación de los orígenes del lugar y su evolución. Yo miraba a mi hermana, a la única a la que podía mirar disimuladamente porque ella estaba parapetada al otro lado de la mesa del salón con la cámara, e intercambiábamos expresiones entre el asombro y la risa, sorprendidas por aquella forma de empezar. Yo no podía ver al resto salvo a mi suegro que tenía al lado y a mi inminente marido pero girar la cabeza teniendo enfrente a un alcalde entusiasmado en su relato no era muy compatible con el disimulo.
La verdad es que puso toda su buena intención y salvo esa pequeña charla cultural fueron magníficos. La fórmula para dar el "sí, quiero" era más parecida a la tradicional, y muy emotiva, no un breve "sí, acepto". Nos dejaron después un montón de tiempo para que disfrutáramos del momento mientras nos preparaban el libro de familia y toda la documentación; con anécdota y todo solo tengo buenas palabras para ellos.









Salimos de allí y los invitados nos bañaron en confetti, nos hicimos más fotos y nos fuimos a tomar algo porque estábamos sedientos, que hizo un buen día pero no dejaba de ser un 14 de junio por la tarde.


Ya desde allí nos fuimos al sitio que cuatro meses antes habíamos ojeado para hacer las fotos después de la ceremonia y descubrimos que cuatro meses dan para que la naturaleza trabaje mucho si nadie la frena. Nos encontramos con que la extensión que habíamos pensado como adecuada era ahora un bonito campo de cardos de un metro de altura o más.
No tengo nada en contra de los cardos. De hecho los considero muy fotogénicos:


Pero resultan un poco incómodos cuando tienes que hacer fotos de grupo, con tacones y vestidos vaporosos.
¿Iba a ser impedimento para nuestro propósito? Nunca. En el lado opuesto teníamos un hueco para la sesión -no exento de cierta dificultad de acceso- que ya habíamos visto en marzo en previsión de contratiempos.




Terminada la sesión recogimos todo y nos fuimos al restaurante. Allí los novios nos adelantamos para decorar la mesa.
Era el momento final de desplegar parte de lo que había estado haciendo estos dos meses atrás, para un espacio que no sabía cómo sería y que por fin tenía delante.
Hablé con los camareros y solo hubo que cambiar dos platos de sitio para dejar instalada la zona del libro de invitados y la decoración principal.


Los gatos-novios quedaron delante y entre nuestros dos servicios, el del novio y el mío, y coloqué los cuatro meseros en sus sitios correspondientes.



Los invitados ya podían pasar. Empezaba la cena por fin. Ahora sí que ya solo quedaba disfrutar y dejarse llevar por el momento.



El regreso

Concierto al aire libre el día después. Uno de los violinistas es mi cuñado 
Hay muchas más fotos pero esas las dejo para el álbum personal.


P.D. : Mi más sincero agradecimiento a la fotógrafa principal, por su buen hacer, su disposición y paciencia para estar de aquí para allá haciendo clic y sobre todo por ser una hermana como pocas (yo diría como ninguna). Gracias a todos los invitados por vuestras fotos y entusiasmo y especialmente por compartir ese día con nosotros.

8 comentarios:

  1. Aaaaaiiiisss, ¡qué recuerdos! Quiero vivirlo todo otra vez. ¿Y si preparamos una cena familiar en el mismo sitio a la misma hora? ;-)

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    1. Habrá que poner en marcha la maquinaria.... :)

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  2. qué bonitooooooooo!!! el detalle de los dos gatitos, ya sabes una debilidad que delata lo gatun@s que somos ainssss... love is in the air!!!!!!!!!

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    1. Jajaja!! Gat@s al poder que siempre están vilipendiados ;)

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  3. jajaja, me encanta! habeis quedado inmortalizados para el resto de los tiempos, y con o sin cardos estais geniales!!!! seguro que lo pasasteis fenomenal!

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    1. Muchas gracias, Sara!!! La verdad es que fue divertido todo el lío. Los cardos...pues mira...se me ocurre que para una ramo de otoño.... :DDD
      Besos!

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  4. Ains!!! Pero qué bonito!!! Estáis guapísimos y tu selfie en la peluquería, espectacular!! Creo q las bodas son días especiales y vosotros derrocháis amor por todos los poros!!
    Y lo de los cardos, bueníiiisimo, en fin una boda a medida, eres toda una artista!!
    Un beso!

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    1. Jajaja!! Muchas gracias!! Me alegro de que te haya gustado. Besotes miles!!!

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