En la última entrada sobre el bodorrio dije que hubo dos elementos que fueron los conductores del tipo de boda que íbamos a tener.
Uno de ellos fue el restaurante.
En realidad el sitio en el que habíamos pensado en un primer momento y en el que habríamos organizado todo de mil amores y a ojos ciegos fue éste:
Es el patio de la casa familiar en Galicia. Es perfecto. Tiene una cancilla decorada con un arco de hiedra como se puede apreciar, un patio lo suficientemente grande para comer todos, bailar después y en definitiva vivir la celebración en lo que yo considero a lo grande, rodeada de esos paisajes que han estado presentes a lo largo de mi vida.
Me lo he imaginado tantas veces que en ocasiones creo que me he casado allí.
No hay que olvidar que fue primero la casa de mis abuelos, donde yo he pasado muchos veranos de mi existencia. Mis veranos y yo hemos crecido en esta casa y en las otras casas de abuelos, tíos,... Me siento muy unida a estas tierras gallegas y para mí tienen un algo especial. Es como si un cordón invisible me mantuviera ligada siempre, haya la distancia que haya entre nosotras, y de un modo u otro siempre tira de mí. Lo mismo me sucede con la casa. Es la que ahora conservan mis padres y no importa la época del año, siempre es buen momento para visitarla y dejarse envolver por su magia.
Peero....había un problema fundamental. En nuestra familia (hablo de la de mi consorte y de la mía) somos amantes de los animales y tenemos, unos, perros y otros, gatos. Todos ellos sin conocimiento más que olfativo de la existencia de los contrarios e incompatibles para la convivencia. No era razonable mantenerlos físicamente separados y esperar que todos nos acordáramos en todo momento de no dejarnos una puerta abierta. Imposible imaginar entonces que no sucediera una batalla campal donde iba a brillar más de una uña y de un colmillo.
Así que dijimos adiós con la manita a la idea tan fantástica de celebrar nuestra boda allí y empezó un rasgo invisible pero distintivo de la organización hasta el final: la adaptación.
Queríamos un sitio especial, que significara algo ya antes, que pudiéramos volver después y se nos pusiera cara de bobos recordando porqué se nos pondría cara de bobos. Y caímos en la cuenta de que hay un restaurante que ya para nosotros es un lugar con encanto, al que vamos con frecuencia y aunque evidentemente no es nuestro lo consideramos como "nuestro restaurante".
En marzo del año pasado preguntamos al dueño si celebraban bodas, le expusimos el tipo de celebración que teníamos en mente: pocos comensales, con intención de llevar cosas propias para hacerla más personal... Y nos dijo que sí. Salimos de allí supercontentos.
Es un restaurante que está fuera del bullicio de la capital, con un edificio de varias plantas que se usa en cualquier época del año pero como tiene chimenea en otoño e invierno resulta especialmente acogedor; decorado con muy buen gusto, de estilo rústico. Cuenta con otra parte semicubierta, al aire libre, que parece la terraza de un jardín, con cierto aire romántico, con música de fondo que incita a la conversación tranquila y al disfrute de sus platos, que están todos buenísimos. Era lo más parecido a la idea inicial que teníamos.
Es un restaurante que está fuera del bullicio de la capital, con un edificio de varias plantas que se usa en cualquier época del año pero como tiene chimenea en otoño e invierno resulta especialmente acogedor; decorado con muy buen gusto, de estilo rústico. Cuenta con otra parte semicubierta, al aire libre, que parece la terraza de un jardín, con cierto aire romántico, con música de fondo que incita a la conversación tranquila y al disfrute de sus platos, que están todos buenísimos. Era lo más parecido a la idea inicial que teníamos.
Desaparecieron de mi mente todas esas imágenes de gatos enfurecidos, perros agresivos, mordiscos, zarpazos, carreras veloces, saltos imposibles, gruñidos y bufidos en modo envolvente, lomos erizados,...nada que ver con las imágenes habituales de los compañeros cariñosos, hedonistas y simpáticos con los que convivimos. Respiramos tranquilos.
Hubo que esperar unos cuantos meses más para concretar la fecha y algún detalle que otro.
Que sitio mas chulo, seguro que en casa hubiera sido irrepetible, pero haciendolo en el restaurante tambien te quitas muchos problemas de comida y preparacion no?
ResponderEliminarSí, por supuesto. Hubiera sido una pequeña paliza pero sobre todo por tener que llevarse todo allí, no olvidarte de ningún material (conseguirlo allí puede ser difícil), en definitiva viajar como los antiguos circos ambulantes :D
EliminarEn cuanto a la comida, no sé qué habría hecho. Hubiera dudado entre el encanto pero el trabajo de haber preparado la comida nosotros antes o la comodidad del catering :)
Un besote
Enhorabuena, qué tendrá Galicia que todos los que vamos una vez por aquellas tierras quedamos por ese hilillo traspasados. Un día muy especial, no tengo duda, tal y como se os ve en la foto.
ResponderEliminarBesotes
Será o embruxo galego... ;-)
ResponderEliminarBesotes de vuelta :-*
Qué buena pinta tiene el restaurante, por favor ¿me podrías decir dónde está? Dices que está fuera del bullicio de la capital ¿significa que está cerca de Madrid?? Y bueno, si no hubiera inconveniente, ya el nombre...
ResponderEliminarPues sí mujer. ¿Te importa escribirme al correo? Y te doy todos los detalles... ;)
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