Con lo primero que me puse manos a la obra fue con el cinturón. La cantidad de tela que tenía no era mucha y en la tienda no traían más así que tuve que pensar bien qué iba a hacer y cómo.
¿Lo cerraría con un broche? ¿Una flor? ¿En un lazo en la parte de atrás?....Mmmmm...Imaginarme con un lazo detrás me hacía pensar una y otra vez en la ratita presumida. Los lazos según cómo y quién los lleve son muy coquetos pero una vez que la ratita presumida se había quedado a vivir en mi cabeza tuve que descartarlo.
Opté por dejar caer los extremos del cinturón por detrás, con un nudo simple, sobre la falda del vestido, como si estuvieran sueltos. Falsa ilusión porque iban a ir asegurados con un automático oculto en la parte del nudo.
De haber sido literal el nudo simple se podría estar desatando cada dos por tres y no quería que nada me distrajera de lo principal que era disfrutar el momento. Porque una cosa estaba clara, el criterio que prevalecía sobre cualquier cosa era la comodidad. Bonito sí, cómodo sobre todo.
Una vez terminado el cinturón faltaba una pincelada vintage. Probándolo con el vestido el resultado era correcto pero no decía nada más. Cómodo sí, pero no tan funcional que resultara austero. Así que probé un par de diseños y finalmente opté por un adorno con forma de lágrima curvada forrada de pétalos de gasa en tono rosa pálido, cosidos uno a uno. Quería que dieran sensación de movimiento y de este modo lo conseguiría cuando fueran agitados por el aire o cuando yo me moviera.
Uno de los pasos más temidos era el de los zapatos. Siempre me cuesta horrores encontrar algo que me guste y que sea de mi número. Hay que decir que mis gustos y las tendencias en ropa o calzado no siempre coinciden, con excepciones. Si de vez en cuando me compro algo que ha hecho furor suelo comprármelo cuando ya no está tan visto porque a veces es una monotonía ver a casi todo el mundo llevando lo mismo.
En previsión a que los dos meses antes de la boda por cuestiones laborales el novio y yo misma no íbamos a coincidir juntos más que los fines de semana dedicamos un fin de semana entero a tratar de solucionar todas las compras posibles. Nuestro empeño fue recompensado por los hados y ese fin de semana de marzo nos cundió muchísimo. Ya el domingo, al final del día, cuando mi querido novio prácticamente me tenía que guiar por el centro comercial porque yo me perdía entre la gente una y otra vez de puro cansancio encontramos...¡los zapatos! :)
Antes de seguir con el periplo zapatil diré que yo había visto esto:
Zapatos de novia de colores |
Tenía en mente un zapato que se pudiera lucir, con color incluso, porqué no. Iba a llevarlos con un vestido corto así que con más motivo deberían decir algo por sí mismos, no quería (ni tenía dónde) esconderlos debajo de un vestido.
Pero fue un día muy desalentador para el tema calzado. En todas las zapaterías lo que veía era horrible. Los zapatos de vestir eran como una versión más sofisticada de mercado clandestino, con telas de colores sí, y brillantes, también, pero tanto que daban ganas de comprar con gafas de sol; con adornos más brillantes aún, tacones imposibles, tacones y plataformas de los que cualquier traumatólogo con dos dedos de frente desaconsejaría su uso sin un arnés de seguridad... Un desastre.
Aquellos zapatos que parecían más normales eran demasiado...normales. Hasta miré los típicos de novia pero lo que vi eran peor que normales, eran aburridos.
Con un vestido corto necesitaba un zapato ¿diseñado con gracia? ¿bonito aunque fuera sencillo? ¿algo elegante era mucho pedir? ¿femenino sin que pareciera que iba pidiendo guerra a gritos? Sé que parece exagerado pero debí de tener muy mala suerte porque de verdad que todo era muy estridente, y encima en plena temporada de primavera, que acababa de salir lo nuevo.
Ya estaba haciendo una lista mental de otras posibles tiendas -ese día nos recorrimos dos centros comerciales- cuando los vimos. En realidad los vio mi novio. Yo ya no veía nada claro. Yo no veía nada, en general. Fue él el que me animó a que me los probara. Y le estaré eternamente agradecida porque encima eran comodísimos y estéticamente eran LOS zapatos.
Lo más difícil había pasado pero ahí no quedaba todo. Aunque la novia, es decir yo, iba a llevar principalmente el ramo y nada más, necesitaba un bolso. No iba a prescindir de mi móvil, especialmente por la cámara de fotos, ni de otras cosas esenciales. Encontrarlo como los zapatos iba a ser muy difícil, porque aunque lo hubiera en el color, no sería el mismo tono así que me pareció buena idea recurrir al tercer color temático: plata.
Para no perder el tiempo busqué online en las tiendas que me interesaban para hacer un sondeo y encontré un fantástico bolso de mano, tipo clutch rígido, en tela plateada, perfecto en tamaño y estilo para la ocasión y para poder usarlo después. Iría coordinado con el tocado....
Una vez que tuve claro el cinturón tuve claro en lo fundamental el tocado.
Llevaría pétalos, como el cinturón pero en crepe vainilla, a juego con el vestido, y tul beige. En uno de los extremos le puse un broche plateado imitando antiguo con una piedra brillante en el centro. El broche me recordaba a una gardenia, como el motivo floral de las invitaciones y la idea original para el ramo de novia.
En la misma tienda donde encontré este broche descubrí para mi sorpresa un collar con un globo aerostático antiguo. Quedó inmediatamente adjudicado para la boda. Se entiende porqué me hizo tan feliz, ¿no? No por nada en la cabecera de Bohéme Atelier hay globos de este estilo. :)
En la misma tienda donde encontré este broche descubrí para mi sorpresa un collar con un globo aerostático antiguo. Quedó inmediatamente adjudicado para la boda. Se entiende porqué me hizo tan feliz, ¿no? No por nada en la cabecera de Bohéme Atelier hay globos de este estilo. :)
No podía faltar mi sortija, la que me entregó mi novio antes de que nos sirvieran la cena en la Torre Eiffel, justo después de preguntarme, casi atropelladamente por los nervios, si quería casarme con él. Qué enternecedoras resultan nuestras parejas cuando descubres que han estado planificando ese momento con tiempo, pasando lo suyo... ♥
Después de un chequeo mental concluí que iba a llevar el cinturón, el tocado, el colgante del globo, la sortija, el ramo y el bolso y ya era más que suficiente. Así que "el menos" lo pusieron los pendientes. Sencillos, discretos, bien pegaditos a las orejas para que dieran un toque de brillo y nada más.
Por último queda lo que no se ve: mi hermana gemela de alma me entregó la liga de su boda cumpliendo así con "algo prestado" y "algo azul". ♥
Yo también me he quedado enamorada de los zapatos verde manzana!!
ResponderEliminarTus complementos me han gustado mucho, se nota el gusto que tienes para todo. Destacaría especialmente la sortija, quizá porque a mí la joyería en general no me entusiasma, y que algo que realmente me guste, me sorprende mucho.
Ah, que yo estaba buscando zapatos para una boda el año pasado (de invitada) y era horrible: todo tenía unos tacones de aguja que me daban miedo, o todas las piedrecitas, lazos y pijadas del mundo o ... o ... un horror!
Entonces no hace falta que te diga más! Yo con los zapatos verde manzana en mente y allí todo zapato que encontré forrado en tela similar...de infarto pero del disgusto que daba verlo. Me hubiera faltado el moño "nido de golondrina" y arrancarme a bailar reggeaton como una descosida. La mezcla hubiera resultado hasta original. :D
EliminarMe alegro de que te hayan gustado tanto "mis zapatos". Si es que soy taaaaaaaaaaan bueno en todo... ;P. Es broma. Un besazo de tu exnovio (más que nada porque ahora soy tu marido ;-))
ResponderEliminar:D
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